Tengo todo el amor para curarme,
el mío propio y el que dejaste
tengo toda la paz que sobra y que hace falta
esa que existe aunque estén las mareas altas.
Llevo los pies descalzos
porque las piedras, ya no me lastiman
he aprendido a andar entre pastos
sobre las olas y entre las espigas.
He conocido soles risueños
mares de versos entre los pinos
estrellas y noches que no se apagan
como si nunca hubieran dormido.
Vuelvo a cruzar las mareas,
como quien persigue su destino
en realidad persigo los sueños,
en los destellos de luz escondidos.
Entonces mi alma suelta los escombros,
las sombras y los pasillos,
se vacía y se llena al mismo tiempo,
empieza a recordar el olvido.
Del otro lado del mar están los versos,
las montañas, los barcos, los navíos.
Del otro del Mar estoy yo, tu orilla,
contando estrellas mientras la luna brilla.
Bennalice Katz
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